Estuve
pensando en como pasan las horas cuando uno se encuentra completamente sobrio y
la profundidad de mis ideas me aterrorizó. Claro, que la mayoría de ellas tenía
que ver más con la misión básica de conseguir un traguito, o un cigarrín, o un
algo que ayudara a pasar las horribles vacaciones en casa.
Y es que en
estos días de reparaciones en los laboratorios acústicos/espirituales de la
primera rama de la secta secreta de Radio Patrañas he tenido que buscar un
lugar dónde poder sentarme y beber con mis ideas. Ha sido horrible. La mayoría
de la secta patrañera vive diez kilómetros más allá del Fin del mundo, dando
vuelta a la izquierda en La chingada y como a tres cuadras de Nomamesestábienpinchelejos,
y eso hace, claro, muy difícil que los visite si quiero regresar a tiempo a
casa antes del fin del primer lustro de la segunda década del tercer milenio. En
contraste, mis camaradas que felizmente visitaría, han partido hacia sus
lugares de origen y prometen no volver hasta que sea necesario. El universo me
odia y lo sé muy bien.
Me han
quedado sólo los bares como opción de supervivencia etílica.
Con todo y
mi sufrimiento, pensaba en la sorpresa de varios cuando les comento los precios
de la cerveza en los bares que frecuento. Y esto es lo más raro, porque
mientras para mí una cerveza de veinte pesos es ya demasiado cara, para muchos
es una gran oferta. Yo soy un prángana, Dios mismo es un prángana, Charly es…,
bueno, el ni a prángana llega. Me gusta mi cerveza fría, los cacahuates
salados, las meseras que te dicen “amor” y las mesas y baños sucios. Sí, me
gusta todo lo anterior pues sólo así garantizas el sensato precio de dieciséis pesos
por chela. No digo que todos los bares a los que voy cobren eso, pero sí puedo
asegurar que en los que sí son así, las meseras me conocen y antes de sentarme
me saludan, me sonríen y me dicen: ¿lo de siempre, amor?
Ahora, como
parte de una campaña para erradicar la salud de mi hígado, me he propuesto
visitar la mayoría de los bares que pueda durante, bueno, mi vida y darles una
pequeña reseña/crónica que desvele los misterios más grandes del universo, de
los alcohólicos, pues. Así, sin más comenzaré lo más pronto posible a beber por
ustedes, mis lectores, mis amigos, mis hermanos, mis, espero, patrocinadores…
¡Salú, pues!
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