lunes, 29 de abril de 2013

On the Road






Creo sinceramente que viajar en auto por largo rato es un placer incomparable. Claro que me refiero al placer general del viaje y no al poco placentero dolor de nalgas espalda y brazos que provocan estos viajes. Sí, es harto chulo viajar con la seguridad de tener la casa en pleno movimiento; con esa maravillosa sensación que obsequia el control total sobre el itinerario.
El viaje resulta tan grande como el bolsillo, o el bolsillo del amigo, en mi caso, por supuesto, soporte llevarnos. Hay pequeños viajes que resultan intensos, pero esa descarga de adrenalina supone la difícil evasión de los puntos de revisión del borrachometro y la caza permanente de nuestros ímprobos oficiales. No sé que tan agradable resulte ésto para la mayoría de los borrachos (Yo aún admiro al señor Vampiro que, además de enseñarnos a bailar duranguense, se mueve cada Viernes de mezcal con la consigna de “no bebo porque tengo que manejar”), pero supongo que por el grado etílico resulta, sin más, una experiencia olvidable, deleznable o, incluso, ridículamente fácil.
Todo esto lo digo porque una película me ha recordado una lectura que me recordó un viaje. En estos días se proyectan las películas del 33 Foro internacional de la Cineteca y entre ellas se encuentra un filme titulado On the Road (En el camino). Y sí, está basada en el libro de Kerouac que muchos endiosan sin haberlo siquiera hojeado. Representante de la generación beat, viajero incansable, rebelde, trabajador ferrocarrilero… A mi no me gusta su escritura, lo digo abiertamente aunque el sector underground me miente la madre y me diga; “tu has de leer a Coelho, pinche puto.” Pero no, no me gusta. En general, la literatura beat me desagrada pues la siento en extremo descuidada y con fallos que a veces rayan en lo imbécil. Claro que también considero problemas como la normalización de las drogas y el cambio del horizonte de expectativas. Y sí, sí me pongo tremendamente feliz con algunos versos de Howl (Aullido). Lo que me resulta indudable es lo interesante de la vida de los creadores pertenecientes a esta generación. Kerouac, Burroughs, Ginsberg, Cassady… Con la vida de ellos, y más pertinentemente, con el alcohol y drogas que habitaron sus jóvenes cuerpos, tendríamos para dos de nuestras vidas (aunque algunos intentamos que ese margen se reduzca).

Y les digo todo esto para que vayan a las sedes de la Cineteca a ver esta película que si bien será, seguramente criticada por los lectores, puede convertirse en un rato agradable para esos que no abren un libro ni para sacar la bacha que guardan en ellos. Además, digo, pueden verle las (pocas) tetas a la chica de Crepúsculo, Kristen Stewart…

Vayan rápido que la quitan, patrañeros, no todo en la vida es porno, alcohol y series…

Acá abajo encuentran los horarios (pondría el video de las tetas de la Kristen, pero ya nadie iría a ver la película, culeros.) 









0 comentarios:

Publicar un comentario